Es usual en el argot de los negocios o en el ámbito personal, escuchar enérgicas y hasta convincentes afirmaciones: “Estas tomando la mejor decisión…” o simplemente un “No nos parece…” Nos preguntamos y con el único interés de alentar una cordial discusión: ¿Qué motiva una posición desfavorable o positiva?.
Ser ya parte de un sistema, nos exige interactuar con familia, amigos, compañeros o terceros, y aunque extraños estos últimos, sólo por el fenómeno de comunicación, ya unos con otros, compartimos parte del entramado social.
De igual manera es común observar posiciones poco objetivas, o por lo menos parcializadas en algunas fuerzas de ventas que tienen por objetivo (imaginemos un supermercado), impulsar o vendernos las ventajas de un producto, aún sobre las demás categorías que también pueden atraernos. Pero ésta es la competencia, muchas veces necesaria y conveniente como mecanismo de supervivencia. Increíble sería observar un vendedor sin entusiasmo, o inclinado hacia los productos de su competidor.
Otro ejemplo del fuero de la familia o del mismo hogar, es aquel donde encontramos una explicación o justificación a algún desacierto: “No hay mal que por bien no venga”, “No le convenía”, “Yo si había visto que eso no era tan bueno”, “Se lo advertí”; la verdad, para una empresa serian la junta directiva más pobre e inmediatista en sus juicios.
En la medicina también sucede y con frecuencia que, un galeno decida intervenir quirúrgicamente a un paciente, mientras otro profesional prefiera adelantar procedimientos tal vez menos invasivos… ¿Cuántas equivocaciones no se han dado desde ambas orillas?.
Ilustremos otros casos: “La comida de ese restaurante es deliciosa” o “No vuelvo a ese lugar, la comida es la peor que he probado”, hay críticas subjetivas, radicales o incluso mordaces, que de un lado u otro pueden cambiar la opinión de consumidores habituales, y hasta de aquellos que podrían llegar a serlo en su condición de potenciales.
Todos nos hemos visto en medio de posiciones cruzadas, donde discernir se convierte en una tarea compleja, con esto no los invitamos a creer sólo en individuales posturas o únicas, es importante la socialización y pluralidad para encontrar el consenso, ejercicio fundamental por ejemplo, a la hora de hacer un objetivo plan de marketing.
Son innumerables los eventos, Ustedes conocerán muchos de estos, pero vayamos al propósito de esta entrada y al mensaje que queremos compartir con nuestros lectores: “Objetividad en el momento de ser consultados, o a la hora de emitir un concepto”, aunque algunos se preguntarán, lo que es objetivo para mí, es subjetivo para el otro -Cierto!. Reiteramos, dependiendo de lo empinada o no, que se encuentre la orilla de cada uno.
En consecuencia, es mejor la prudencia o abstenernos de generar una opinión, si no existe la experiencia o no contamos con el conocimiento pleno de la realidad, es un error lanzar juicios alimentados por terceros, aunque nos encante propagar lo que hemos escuchado, tal vez un fenómeno común y que ahora se reproduce con facilidad en las redes sociales… “¿A dónde va Vicente? – A donde va la gente”.
Esta reflexión también está muy asociada al grado de influencia que generan terceras personas, que ante su desconocimiento o maleable carácter, juzgan con sesgo o influenciadas por su entorno inmediato.
En las dinámicas del marketing boca a boca, la influencia de expertos, pares o referentes es bien intencionada, para así lograr reforzar o destacar las bondades o beneficios de un producto o servicio; sin embargo, es deseable que las opiniones se obtengan de manera objetiva, sin posiciones viciadas que poco valor le agregan al análisis y evaluación de una situación cualquiera.
Cada uno de nosotros es dueño de una verdad, o al menos de una posición respecto de cualquier evento o caso, en ese orden de ideas cualquiera pudiera tener la razón; ante la ambivalencia, y para evitar apasionamientos, lo más recomendable es la contextualización y la exploración de nuevas posiciones tanto individuales como de grupo, es de esta forma que logramos mayor proximidad y acierto en las respuestas.
JUAN DIEGO RESTREPO