Podríamos señalar que el oficio del vendedor, tiene origen desde la misma aparición del ser humano; son varios miles de años antes de Cristo (A.C.) que así lo demuestran.
Sin duda, las mismas necesidades básicas de la humanidad (fisiológicas, protección, filiación, reconocimiento y autoestima), inferían una imperiosa búsqueda para que las mismas, fueran satisfechas; esto significaba que algunos podían carecer de alguna de éstas, o en su defecto poseer con ligera suficiencia alguna. Más claramente Abraham Maslow, en la época de la segunda guerra mundial, reafirmó y determinó la clasificación de las necesidades, como lo describí al comienzo del párrafo, y que dieron lugar a un inevitable intercambio.
El oficio del vendedor ha trasegado las distintas etapas de desarrollo, y podríamos señalar que las primeras formas de venta, se originaron de manera directa (venta directa), a partir del trueque especialmente de bienes materiales. En un comienzo se intercambiaron objetos o elementos propios de la era de la agricultura, posteriormente con algún valor agregado, recursos industriales, y ahora proliferan los bienes y servicios, que con auge se ofrecen y promocionan en la nueva era de la información, a través de las tecnologías y canales alternativos.
Viajemos hacia la realidad de cada uno de nosotros, y preguntémonos: Cómo sin “vender”, ejercimos o ejercemos con ímpetu el oficio del vendedor?. – Cuando éramos niños, vendíamos ante nuestros padres los reconocimientos académicos, para recibir dádivas u obtener ciertos permisos, a los que de otra forma no podríamos acceder. Vendemos nuestra imagen profesional en un proceso de selección para laborar en una organización, al atender un paciente podemos estar vendiendo nuestros servicios profesionales, vende por supuesto el arquitecto que presenta sus planos para la ejecución de un proyecto, vende el líder político cuando con su plan de gobierno desea ganar adeptos, una obra social requiere venderse por sus alcances y sensibilidad para convocar la generosidad de los filántropos, un equipo deportivo se vende mediante su excelencia, competencia y deportividad, el diseñador de vestuario fascina y vende con sus colecciones para atraer el consumo, el colaborador de oficios varios vende mediante la calidad y cumplimiento de las tareas asignadas, el periodista investiga y vende con elocuencia y objetividad hechos noticiosos, el guarda de seguridad nos vende sus servicios mediante la entrega del intangible de la seguridad; personalmente, me apasiono al escribir éste blog, para contar con su visita y amable lectura.
Sin embargo, es importante afirmar que hay personas que tienen más habilidad que otras para vender, y es imperativo decirlo, el ejercicio de las ventas está edificado por la vocación, esto es pasión y entrega por la profesión, la del vendedor.
El vendedor “nace” y es posible que muchos tengamos un voraz vendedor al interior, pero tal vez no lo hemos descubierto, o no ha surgido la oportunidad para aflorarlo, sin embargo, ese carisma que es su esencia, puede afianzarse y consolidarse para realizar con éxito el oficio de vender, y decir con esto, que también se “hace”.
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