Una vez aterrizado en Twitter Land como algunos llaman las locaciones de esta red social, empecé a encontrarme con expresiones como: “Followback Team”, “Te sigo y Me sigues”, por citar algunas de las más comunes.
Cuando llegamos nuevos -como primíparos sucede en la universidad- lo más natural es que además de entrar a formar parte activa de una cultura, observemos los comportamientos de otras personas con el interés de aprender, y por qué no, imitar sus mejores prácticas.
Así es cuando empezamos a ganar seguidores sin merito aparente, o al menos sin haberlo planificado; nos vamos introduciendo y permitiendo, que en medio del entusiasmo de tener más y más followers, empecemos a corresponder los follow recibidos, siguiendo a quienes tan generosamente resolvieron acompañarnos, en la que parece ser, una carrera por acumular o ganar números.
El comportamiento anterior, como en alguna ocasión lo señalamos en el artículo el comportamiento de algunos prototipos en twitter, no solo es recurrente en los menos expertos o famosos, también se ha observado que algunos personajes de la vida pública (política, farándula, entre otros) lo hacen; porque creen desde su primera incursión, que “seguir de regreso” además de buena educación, es todo un acto de protocolo; sin embargo, con el tiempo es tanta su acogida e influencia, que dejan de hacerlo, y después, como si se tratara de sacarle el aire a una llanta, empiezan a desinflar su indicador de “seguidos”.
Otros simplemente que han advertido el fenómeno, conservan ese gran inventario (que poco o jamás leen) como parte de su reconocimiento, que bien podríamos calificarlo, como un premio a la fidelidad por seguir siendo parte de su audiencia.
Ya con esa base importante de perfiles seguidos (followed), la tarea se va convirtiendo en un ejercicio riguroso y selectivo; por ejemplo, se exploran: biografías que antes no se leían, el número de tuits, seguidores, la relación respecto del número de seguidos, los últimos trinos, opiniones, y también la frecuencia. Así las cosas, lo que antes hacíamos mecánicamente, se transforma en un proceso clasificado, donde podría afirmarse: “nos reservamos el derecho no de admisión, sino de seguir”.
Cuando los intereses van más allá de un perfil promedio, es decir, sin propósitos comerciales; las marcas u organizaciones empiezan a ponderar la estrategia, mecanismo en el que difícilmente se tiene la última palabra, y que permanece expectante ante los inevitables cambios de conducta en las redes sociales.
Ahora, sin pretender desconocer el riguroso trabajo de algunos Community Manager, que laboran arduamente para importantes empresas o unidades de negocio, no creamos que ser el gestor de redes sociales de una marca de consumo masivo o de relevancia pública, es una tarea de enormes proporciones, pues aunque se requieren competencias en comunicación y criterio profesional, lograr el crecimiento de una comunidad virtual para estos casos, no es un acto o responsabilidad exclusiva del Social Media Manager. En este caso, los esfuerzos necesariamente se apalancan en la reputación, experiencia, y buen nombre; todos construidos desde la dimensión análoga, donde lo digital, más allá de lo estratégico, hace es un esfuerzo de alineación. Los seguidores terminarán llegando.
Complementando lo expresado en el párrafo anterior, no será lo mismo ser el community manager de Coca Cola o Victoria’s Secret, que el de una pequeña empresa de servicios que recientemente salió al mercado, y que desde su anonimato offline, busca destacarse en la lides digitales.
Estas reflexiones no son gratuitas, nos sirven para encontrar el origen de los followback team, donde algunos de sus activistas, logran incluso obtener más seguidores que otras importantes marcas, las cuales apenas llegan a la mitad o tercera parte de seguidores, pero con un número muy inferior de cuentas seguidas respecto de los primeros.
Significa entonces, que además de la generación de contenido, frecuencia, y cooperación; la reciprocidad, es sin duda, una estrategia para crecer considerablemente las audiencias.
Hace poco asistiendo a una conferencia ofrecida por el community manager de una universidad, éste hacía énfasis en una relación de 7 a 1 (siete seguidores por cada seguido), indicador que al preguntársele por el origen del mismo, no pudo ser aclarado. “Siete a uno”, resultó ser una relación más, que poco o nada se ajusta a la realidad.
Pero entonces, ¿Cuál es el gran temor? Esta pregunta con frecuencia me la hago para tratar de comprenderme así mismo, y por supuesto, leer la mente de colegas, gestores de redes sociales y demás usuarios de a pie, que ostentan su condición de twitteros, ninguno menos valioso que el otro.
La dificultad radica en el digital brand engagement (filiación), ya que no será igual la interacción e interés en los contenidos generados desde una cuenta de followback, que desde una cuenta donde los seguidores han llegado por un interés genuino, y no por la expectativa de ser correspondidos.
Cuando las audiencias se han construido con el criterio de reciprocidad, el nivel de conversión (lectura, menciones, suscripción y otros) es inferior, al de un perfil que se ha concebido como de baja reciprocidad.
Lo descrito en la presente entrada, no es exactamente la definición del camino que deba o no emprenderse en los Social Media o en Twitter, ésta es una opinión personal del editor del blog respecto de algunos comportamientos en esta red social.
Bienvenido cualquier aporte que devele verdades de los que hoy denominamos: Mitos y leyendas acerca del followback.
JUAN DIEGO RESTREPO