Personalmente la política me ha llamado la atención; sin embargo, lo más saludable ha sido tratar de tenerla lejos del ejercicio profesional, y más cuando no estoy en medio de ella, y no tengo ninguna clase de compromiso o filiación con algún movimiento o persona en particular.
Ahora Colombia se encuentra a pocos días de elegir presidente de la república, concurso electoral y carrera que siempre ha tenido en la grilla a los más visibles y destacados líderes políticos del país, provistos de vocación de servicio, liderazgo, pero sobre todo, con un evidente apetito de poder.
Anteriormente el voz a voz, algunos medios escritos, la radio y la televisión, eran los únicos vehículos para comunicar e informar las calidades y perfiles de cada uno de sus protagonistas, sus iniciativas, posturas y demás propuestas y planes de gobierno; ahora, los nuevos recursos digitales han tomado tanta fuerza a la hora de construir una estrategia de comunicaciones, que restarles importancia, es como dar un paso al vacío.
Es importante precisar que la dinámica de la política, de allí que se afirme que la «política es dinámica» haga de las decisiones o posiciones, de una corriente o de alguno de sus exponentes o representantes, posturas flexibles a la opinión, a los escenarios, y a las circunstancias. Personalmente creo que esto no está mal, siempre y cuando no atente finalmente contra los derechos o libertades de sus ciudadanos. ¿O quien no ha variado o cambiado sus propias tesis?.
Los cambios de parecer, las alianzas imposibles con detractores, o por citar un ejemplo, políticas como las de oponerse a la legalización de las drogas y posteriormente avalarlas, son muchas veces objeto de la crítica por los más radicales militantes de una corriente u otra. Es así entonces, como la propaganda negra empieza a hacer su aparición, y surgen estrategas y personajes como JJ Rendon y demás profesionales de comunicaciones, tecnología e informática, con facultades especiales para hacer lo que otros no pueden, o que simplemente por pudor profesional evitan hacer.
Se aclara que la «publicidad sucia» no es un fenómeno de las más recientes contiendas, siempre ha existido; lo que sucede es que ahora cualquier acción se hace más visible y su propagación -buena o mala- es casi que inmediata.
Para el presente caso, la propaganda negra o publicidad sucia, no es otra cosa que el uso de información -cierta, difusa o apócrifa- que en todos los casos busca colocar en posición de desventaja al adversario.
Así cómo lo expresamos en «La mala estrategia de la publicidad comparativa«, valerse de las debilidades del oponente -verdad o mentira- es la incapacidad de destacar las propias virtudes, o bien porque no existen, o bien porque realmente no son tan excelsas.
Lo cierto es que el marketing y la publicidad política, hoy viven más en función de lo que el otro NO, que en las realidades del propio SI, o por lo menos en eso se ha centrado la reciente campaña para elegir el próximo presidente de Colombia.
En la política como en cualquier otra actividad, la propaganda negra representa atajos para la obtención de resultados favorables en mediano y corto plazo, pero un diezmado prestigio en el largo plazo.
Muy similar ocurre con las estrategias de SEO (posicionamiento de motores de búsqueda), que algunos estrategas de marketing digital emplean para posicionar los sitios web de sus clientes; muestran un magnífico posicionamiento con pocos días de trabajo, pero un futuro incierto ante la inminente penalización, que termina por menoscabar el buen nombre e imagen de años de esfuerzo.
En los negocios siempre ha existido la práctica de nunca hablar mal de la competencia, costumbre que no es ajena a la política; en este momento la última milla para llegar a las urnas, ha estado infestada de insultos, descalificaciones e improperios desde todas las direcciones; hasta los más pasivos y decentes contendores, han caído en la tentación de hablar mal de sus compañeros de campaña.
Finalizando, considero que el marketing político es por ahora una actividad poco reputada o por lo menos, poco calificada, a pesar incluso del triunfo que se obtenga.
JUAN DIEGO RESTREPO