Esta puede ser fácilmente una circunstancia para perder además de la tranquilidad, cualquier norte, por corta que pueda ser la distancia para llegar a éste.
Pero es que liderar también es oficio en las más adversas circunstancias; lo contrario ocurre cuando los resultados nos acompañan y todo es una fantasía, donde ostentar una posición de liderazgo es tan simple, como cumplir con la más cotidiana de las rutinas profesionales o de vida, por supuesto, sin obviar la magia e inspiración que el líder debe despertar en sus seguidores.
Si líder solo pudiera nombrarse al director técnico, que hoy celebra el primer lugar obtenido con su equipo deportivo, hago una pregunta: ¿Dónde quedarían los demás? incluso el último, que ha dejado su ímpetu, sacrificio y pasión en la arena, con la frustración de no obtener una mejor posición.
Todos en los primeros años de colegio o escuela, quisimos portar la camiseta de los equipos que más triunfos y trofeos reunían, penosamente este deseo no siempre podíamos alcanzarlo, una realidad y posibilidad que en cualquiera de las dimensiones, debemos comprender, lejos de ser un motivo de derrota o de preocupación, pero si cerca del espíritu combativo y de lucha, que es parte de la misma esencia del ser humano.
Cuando como líderes, no contamos con el equipo que soñamos para llegar al más encumbrado pódium, se corre el riesgo de quedarnos solos, es ésta la más lamentable de las condiciones, porque es aquí cuando el orgullo profesional se puede ver más vulnerable y debilitado, no será extraño entonces, que los miembros del equipo empiecen a perder el entusiasmo y confianza en el colectivo, y hasta en su propio líder.
Precisamente leía una noticia acerca de los dos canales de televisión líderes en Colombia, donde el canal que venía de ser el primero por años (ahora el segundo), alguien de quien no se revela su identidad, afirmaba: «Allá pasa de todo y aquí nada de nada»… Esto para indicar que las iniciativas del competidor eran tan contundentes y creativas, que en el tono de su expresión, pareciera que no hubiera nada más que hacer. ¿Error de liderazgo? o ¿Baja pertenencia?.
El título de líder puede ser tan efímero y circunstancial, como el mismo fenómeno a través del cual pasamos del día a la noche. Ser el número uno exige un mayor compromiso, pero también es un reto, porque quienes lo anteceden, igual hacen mérito para ocupar ese mismo primer lugar.
En ocasiones debemos aceptar tareas en las que no siempre vamos a estar rodeados de elogios y reconocimientos, o también puede suceder que cambios repentinos menoscaben nuestros éxitos, en estos casos el rigor y la entereza, forjan el carácter del líder, para superar sus propias angustias y privaciones.
En las organizaciones y en la academia normalmente nos preparamos para ser los primeros, o por lo menos bajo ésta orientación somos los más entusiastas; pero que bueno sería exhibir la misma euforia en los momentos más difíciles, con esto podríamos mantener los ánimos sin afectar los equipos, y no desfallecer en la recuperación del a veces huidizo liderazgo.
Ahora me encuentro al frente de una pequeña empresa, donde hemos querido desarrollar las mejores prácticas (al menos eso considera la administración), tal vez insuficientes, a pesar de creer que hemos sido generosos en ofrecer todo lo que está a nuestro alcance, tanto en recursos como en gestión, y entendiendo nuestras propias limitaciones y capacidades, pero aún así, no logramos tomar la anhelada ventaja.
Por supuesto esta es mi historia, otra muy distinta sería la narrada por alguno de los miembros del equipo, pero aprovecho el espacio ofrecido por el blog, para compartir algunas experiencias que pueden ser objeto de reflexión, donde el liderazgo como hemos descrito, puede ejercerse, al margen de la posición que se ocupe.
Liderar sin ser el líder, puede escucharse como un contrasentido, pero es ese precisamente el objetivo de esta entrada, entender que podemos ser líderes, sin ser portadores de la presea de oro, muy diferente a no contar con las aspiraciones y la motivación para emprender el ascenso.
Quedo finalmente ante un gran interrogante: ¿Qué hace el líder en su pleno ejercicio para ser el primero?.
JUAN DIEGO RESTREPO