Las empresas aprendí en la Universidad, deben: supervivir, crecer y desarrollarse, también he comprobado que pueden desaparecer, ya sea por su liquidación jurídica o porque simplemente nos separamos de una actividad.
Las sociedades se constituyen por un término, con un fin (cualquiera que sea), pero muy lejos de visualizar su colapso; por ejemplo, nadie ingresa a la universidad con la pretensión de hacer sólo tres o cuatro semestres, o retirarse de una actividad u oficio profesional a los 30 años, con excepción de Mark Zuckerberg fundador de Facebook, quien con sólo 28 años podría hacerlo, aunque por ahora tiene el enorme reto de cambiar el rumbo de la red social, ante la expectativa de sus nuevos accionistas y un panorama, al parecer poco halagüeño para muchos expertos.
Conversando la semana anterior con un empresario, éste me hacía énfasis en el ciclo de vida de algunos negocios, que interpretamos también como el ciclo que vive cada uno en su condición de empresario, sin que esto signifique que las empresas deban desaparecer.
Debemos asimilar que los altos niveles de automatización que impactan la industria y demás sectores de la economía, alcanzan costos cada vez más bajos, que a su vez por los precios y su flexibilización, reducen las barreras de entrada a ciertos bienes o servicios. Ocurre en la actualidad con la industria automotriz; el rápido e ininterrumpido volumen de producción, exigirá que el negocio de la distribución y comercialización de automóviles se reinvente… “Muy pronto estaremos a un solo clic de tener el vehículo que soñamos, en el propio garaje de nuestras casas”.
Hoy hablamos de “desaparecer”, porque el desenlace menos esperado y deseado puede llegar, si no logramos reorganizar nuestras ideas y por supuesto modelos de negocio. Los márgenes en los mercados y las mismas economías cambian por factores externos e internos, esto exige que debamos hacerlo a la misma velocidad o incluso mayor, para no esfumarnos y desaparecer al instante.
Palabras muy sabias escuchamos de otra persona: “Debemos acostumbrarnos a vivir con algunas cicatrices”, tal vez la vida en el plano personal pueda enseñarnos exactamente lo mismo con heridas más o menos profundas. Esto quiere decir, que si por otra parte la decisión es perder “perder a tiempo”, en ese caso será mejor hacerlo, antes de que sea tarde.
Acerca de la presente entrada, antes de cualquier decisión o desenlace (permanecer o desaparecer), debemos explorar escenarios desde lo ortodoxo hasta lo más ingenioso, para que aún viendo la luz del túnel, podamos obtener el viaje de regreso.
Cuando los negocios no responden, con la velocidad que muchas veces le imprimimos a las acciones, pueden estar sucediendo diferentes fenómenos, aquí algunos que consideramos son reveladores:
- El mercado cambia sin que esto haya sido advertido, cuando lo descubrimos puede ser demasiado tarde.
- Los márgenes se reducen y la estructura con la que operamos es tan robusta, que cualquier maniobra además de lenta, es costosa.
- Puede suceder que la administración o alta dirección se haya desgastado, y pierda el entusiasmo en el negocio o actividad que realizamos.
- Ocurre que el interés en nuevos emprendimientos y la exploración de nuevas iniciativas, requieran el distanciamiento de los negocios actuales, despejando así la mente y facilitando su abordaje.
- Que nos vaya bien no es suficiente, debemos buscar la felicidad y prosperidad.
Las unidades productivas aunque no se establezcan para desaparecer, lo más inmediato será el cambio, y en algún momento podrán ser sólo parte de la historia. Traigamos en esta oportunidad la reciente experiencia de Kodak que nació hace más de 130 años (1881), es un claro ejemplo del ciclo de vida de muchas organizaciones en el mundo, que como en su caso, experimenta su inminente desaparición.
Propender por la inmortalidad de las ideas es plausible, pero desafiar la sostenibilidad o existencia de las organizaciones desde lo material, puede además, de ser pretensioso, resultar todo un desafío para las leyes de la naturaleza.
Las ideas que hoy son exitosas, mañana pueden ser parte del pasado, de igual manera los modelos de negocio que para estos días nos atraen, posiblemente en otras circunstancias dejen a un lado nuestro eufórico asombro, precisamente cuando creemos parodiando los beisbolistas “estar sacándola del estadio”.
Tres párrafos atrás esbozan las que pueden ser algunas razones de cambio o retirada, sin embargo en resumen y bajo teorías de productividad, consideramos que algunos síntomas son:
- Crecimiento de los costos fijos o incluso variables con idénticos niveles de ingresos.
- Mantener los costos a pesar del decrecimiento de los ingresos y demás deterioro comercial.
- El más crítico de los mundos, sería la afectación de los resultados en ingresos, y la falta de control o crecimiento de los costos y gastos. Nada diferente a la ausencia de administración.
Las empresas superviven, crecen, se desarrollan… Y también… nos encantaría enriquecer el presente contenido con su interlocución.
JUAN DIEGO RESTREPO
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