Desde los gobiernos centrales y locales las diferentes regiones alrededor del mundo, emprenden con prioridad grandes proyectos, algunos orientados a la formalización y el fortalecimiento empresarial, mandato que finalmente va dirigido al crecimiento económico y la competitividad de sus territorios.
Las economías no son ajenas a los esfuerzos promovidos a partir de los nuevos emprendimientos, o desde las pequeñas unidades de negocio que ya acumulan alguna experiencia; sin duda, estos impulsos sirven de palanca para crecer sus variables macroeconómicas, y a su vez, el desempeño en términos de productividad y competitividad.
Los conceptos formalización y fortalecimiento, no obedecen a un orden lógico para el momento de abordarse; por un lado, una pequeña unidad productiva puede salir al mercado cumpliendo con todos, o con los mínimos parámetros de formalización; esto es: inscripción y constitución, registro ante cámaras de comercio, impuestos, sistemas de facturación, obligaciones laborales, entre otras exigencias que la hagan formal; o también, puede encontrarse en vía de fortalecerse con la intención de formalizarse durante su curva de experiencia.
Dicho lo anterior, y aunque no exista una secuencia rigurosa, desde mi perspectiva, el fortalecimiento sólo es posible, si y sólo si, cuando hemos iniciado por la ruta de la formalización.
De otra forma, podría decirse que el fortalecimiento puede ser el resultado de la formalización bien encaminada.
Algunas jornadas de capacitación ofrecidas por las agremiaciones y demás instituciones privadas y gubernamentales, se centran exclusivamente en el fortalecimiento empresarial, destinando poco terreno a la formalización; es aquí, cuando omitir algunos elementos de formalización en la etapa pre operativa de una actividad comercial, puede terminar por entorpecer o limitar el desempeño de los negocios en su fase inicial.
Vayamos al entendimiento desde la práctica de estas dos dimensiones, y demos apertura a la formalización, para luego continuar con el fortalecimiento.
Antes de esbozar las dos acciones anteriores, reconozcamos que para el común denominador, hacer empresa o emprender alguna actividad económica, tiene más origen en el resultado fortuito de una necesidad o un deseo, que en su propia planificación.
La planeación en medio de una necesidad inmediata no responde exactamente a un método, sino más bien, a la ansiedad por satisfacer algunas carencias; de otra parte, el deseo surge a partir de la motivación poco elaborada. Ninguno de los dos escenarios es perjudicial o es motivo de descalificación, sencillamente son éstas las circunstancias, las que en la mayoría de las veces detonan la creación de una actividad económica.
Ahora sin más preámbulo, vayamos no a la definición, sino mejor, a la interpretación de cada uno de estos conceptos:
Formalización
Empecemos respondiendo la siguiente pregunta: ¿Para qué formalizarse, si dejando de hacerlo me puede ir igualmente bien?. Muy cierto, personalmente conozco emprendedores que perciben un nivel de ingresos importante, donde la posibilidad de crecer, es diezmada por la zona de confort que satisface sus necesidades básicas.
La formalización es un asunto de proyección y crecimiento, y para esto, se requiere el convencimiento de su líder.
La formalización es una forma de identidad, sea usted una persona natural (aún en régimen simplificado), u otra con la aspiración de constituirse en una persona jurídica y/o sociedad.
Puede afirmarse que la formalización sino es el primer paso, si es uno de los primeros peldaños que el emprendedor debe visualizar, si sus objetivos son el crecimiento y como consecuencia el fortalecimiento empresarial.
Fortalecimiento
El fortalecimiento está asociado a la gestión operativa, administrativa y gerencial del negocio. Puede explicarse mejor, si lo entendemos como el esfuerzo de apropiar las mejores prácticas.
Nada puede fortalecerse si no existe la consciencia de formalizarlo. Fortalecer sin haber previamente formalizado, es como omitir el paso crucial que hace parte de un proceso integral.
El fortalecimiento contrario a la formalización, no es un punto de partida, es una constante; muy similar a lo sucedido con las certificaciones de calidad, poco podrá servirnos si la garantía de ello, se limita únicamente a la exhibición de un diploma o certificado en nuestras oficinas. Fortalecer empresarialmente nuestros negocios, es una tarea sin pausa de todos los días, al igual que la calidad.
Pero ¿Cuál es entonces el “palo en la rueda”, para que muchas unidades de negocio no decidan crecer y desarrollarse en sus mercados?. La respuesta de la gran mayoría, señala la fuente recursos económicos como una restricción. Desde nuestra experiencia, consideramos que más allá de las finanzas, lo que predomina es la falta de acceso a la información, o el simple desinterés frente a las distintas políticas y programas –muchos sin costo- que proveen ayudas, pasando por el conocimiento y la formación, hasta los auxilios o fuentes de financiación para la formalización y fortalecimiento empresarial.
Finalizamos, enunciando los beneficios más importantes frente a la posibilidad de formalizar y fortalecer nuestras unidades productivas:
ü Organización y disciplina.
ü Accesos a fuentes de financiación.
ü Credibilidad y reputación.
ü Capacidad de negociación.
ü Crecimiento y desarrollo.
Una última reflexión de Robin Sharma: “Sé visionario, mira hacia el futuro desde donde la mayoría de la gente se queda anclada al pasado, y no tengas miedo de romper tus rutinas. Replantéate constantemente tus métodos de trabajo. Pregúntate siempre: ¿Cómo podría mejorar mi productividad? ¿Cómo podría optimizar más deprisa? ¿Cómo podría conseguir que mis clientes estuvieran más satisfechos?».
JUAN DIEGO RESTREPO