Si algo debe estar arraigado en la mente del emprendedor es el cambio, pese a los trastornos, incomodidades y hasta sacrificios que éste puede propiciar.
Sólo la acción de vivir es un proceso de emprender y de transportarse de una etapa de vida a otra; todos recordamos el paso de la niñez a la pubertad y de ésta a la adolescencia y otras etapas que pronto y necesariamente tendremos que allanar.
Hoy más allá de reseñar las edades y la misma transformación de nuestras vidas, quiero plantear una discusión alrededor del cambio, como evento generador de nuevas posibilidades que en todo caso, serán buenas o menos buenas, según lo definan nuestros objetivos, aspiraciones y por supuesto la misma planificación.
Emprender una rutina de ejercicio físico debe traer consigo un cambio en los hábitos de alimentación, nuevas horarios para levantarse, vestuario adecuado para las sesiones de acondicionamiento físico y demás ajustes que se motivan ante un cambio o decisión de emprender una nueva práctica.
Lo mismo ocurre cuando decidimos hacer un cambio al interior de una organización, precisamente por estos días un cliente me compartía como su empresa venía transformándose a través de los procesos de certificación de calidad, me expresaba con ansiedad que este esfuerzo irrumpía de manera abrumadora la cultura actual de la organización y sus miembros, pero al final con tranquilidad y seguridad sobre la tarea en ejecución, manifestaba con satisfacción y orgullo, las que serían las nuevas oportunidades de negocio de su empresa.
Cuando nuestra mente es asaltada por una nueva idea, esta debe encontrar la puerta de salida una vez se haya procesado, no debemos asilar nuestras ideas simplemente como la sumatoria de unas buenas intenciones, o como una riqueza que nunca más podremos gastar o disfrutar; las ideas deben llevarse del sueño a la realidad, de la aspiración a un claro propósito y de la ambición a su efectiva materialización. Esto implica dar el paso.
En otra de mis entradas al blog ¿El emprendedor nace o se hace?, proponía el símil de sumergirse en la piscina, como la decisión que finalmente sin importar que tan bien o mal nademos, se requiere para trascender o hacer tangibles las cavilaciones de nuestro ingenio.
La semana anterior empecé a escribir acerca de lo tortuoso pero tal vez necesario al decidirse un cambio en nuestras vidas, precisamente en éste momento desde otra latitud, escribo gracias a las oportunidades que me ha ofrecido Marketing Objetivo como unidad productiva y de negocios que estamos visualizando hacia el futuro.
El Tratado de Libre Comercio de Colombia con Canadá y muy pronto confiando en los buenos oficios y relaciones bilaterales entre Colombia y Estados Unidos, el TLC con éste último país, será propicio para ver mercados altamente potenciales por su tamaño, situación que nos invita a prepararnos en nuestras empresas para ser más competitivos localmente, pero también para lanzar una mirada por fuera de nuestras fronteras.
Esto para Marketing Objetivo es un cambio, que le ha exigido al editor de éste blog trabajar para mejorar el idioma como segunda lengua y dejar de aplazar el acceso a las maravillosas oportunidades que nos ofrece el intercambio mercantil y el libre comercio, al mismo tiempo que avanza en el desarrollo de nuevos productos y servicios de Marketing para sus clientes actuales y potenciales.
Espero seguir compartiendo en éste espacio como reza nuestro eslogan “ideas con valor” y demás información, sin embargo, apreciaría entendieran cualquier ausencia, que desde ya justifico con la actividad que actualmente adelanto por fuera del país.
Qué piensan Ustedes acerca de la importancia de hacer renuncias o del mismo cambio… Tal vez una manera de alistarnos hacia el futuro…
JUAN DIEGO RESTREPO